Cuando tomas un camino con
decisión, aun dejando algo a lo que mucho quieres y temblando el pulso al echar
la vista atrás, creo que a la larga te vuelves un poco más fuerte, capaz de
escalar un poco más alto. Las palabras, en bastantes ocasiones bailarán
entrecortadas, también lo sé, pero seguir tu vida a la vez de una espera que
tiene la llave de un momento sin igual, es el aliento justo que mi debilidad
necesita. Como un puzzle en mil pedazos queda la escena de tener que, por la
ventana de mi pensamiento, decir una vez más: “Hasta el año que viene, si es
que puedo”. De esta manera, entre la música y su gente, me pierdo, y ando
perdido. Llegué sin alzar mucho la voz a nuestro encuentro, tú de la misma
manera me recibiste. Podríamos gritar ambos lo que sentimos, pero de pequeños
secretos también se forja la grandeza de uno mismo.
Así, alzando la mirada una vez
más, no he podido soportar cruzarla con esa que te evidencia estar callado en
cualquiera de los momentos que compartes día tras día.
Queriendo adentrarme en la
multitud para ahogar el clamor de mi propio silencio, vuelvo a dar contigo una
y otra vez. ¿Qué nos pasa? Lucho por entenderlo todo, pero mi fuerza calla como
haces tú, y me quedo en el empeño de volver a conseguirlo. Cuando nos dimos
cuenta, ya era domingo, y no uno cualquiera.
Huyendo de mí mismo, viéndome
absorbido por lo que mi más sincero querer me caracteriza, tomo la calle de los
imposibles, y descubro que lo invisible existe. A la vez que el tiempo ha
avanzado y no me he pisado mis propios pasos, me muestro aquí, ante un altar reflejo de la humildad más pura
para rogar tu compañía, pecando egoístamente, dado que las dos rosas que añoro
y recojo para el día de tu gloria me pesan en los bolsillos, al no llegar el
momento de guardármelas para siempre. Hoy te las cedo, protégelas y haz de
ellas un motivo para tomar en tus manos todo lo que siento.
Este día, en el cual tus fieles
te ruegan, suplican y festejan, no me has visto a tu lado. No he querido ni he
tenido porque ir para saber que la gloria a ti te sobrepasa, y que en tu mirada
atenta, callada y herida das amor a todo aquel que hasta de ella se esconde.
Tampoco iba yo a ser menos. Pero sí he intentado jurar un pacto conmigo mismo, que
faltando quizá a mi palabra, se lleve el viento la primera tarde que me dé
vuelcos el corazón, aunque prometo conservarlo. Cruzarás un puente de ilusiones
y conquistarás Córdoba, a la vez que en nuestro teatro una luz morena nos
alivie el peso de la cruz. Remarás triunfante un arco donde las oraciones se
convierten en escenas de amor mientras que también regalaremos por santa Marina
a cada espectador su flor correspondiente. Me contarás por las esquinas de una
calle oscura todos tus secretos, y me daré cuenta de que mi interior no se
rendirá jamás, ya que de verde quedó teñido. Tu Barrio se fundirá contigo en un
abrazo, y yo recordaré, por entonces, todo esto que hoy te escribo.
Feliz día, Padre del Silencio. Recuerda guardar con fuerza
la rosa que nos une.
MOISÉS MANGAS PORTALES
COMPONENTE DE LA AGRUPACIÓN MUSICAL
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